En el día del entierro de Teresa, una pequeña comitiva acompaña el féretro hasta el campo santo. Es un día triste para sus allegados, pero es todavía más triste para María, la joven que la amaba tanto.
Su amor siempre ha estado destinado al silencio, en unos tiempos difíciles, donde los miedos predominan por encima de los sentimientos. Ahora que parece que el silencio ha tenido la última palabra, Teresa todavía tiene algo que decir.